Guido de Arezzo, un monje benedictino del siglo XI se dio cuenta de que los monjes no conseguían recordar muchas veces los cantos gregorianos. La particularidad de las partituras de entonces es que no se anotaba ni el tempo, ni el ritmo. Así que era imposible repetirlas si antes no las habías oído.
Guido, estableció una serie de seis notas (hexachordum naturale) con distancias fijas entre ellas: 2 tonos enteros inferiores, 1 semitono central, 2 tonos enteros superiores. Ademas de implantar el tetragrama (precursor del pentagrama) y crear un sistema de notación (notas), dio nombre a las notas musicales…Ah! e inventó un sistema de anotación nemotecnica llamado la mano guidoniana.
¿CÓMO DIO NOMBRE A LAS NOTAS?
En aquella época estaba muy de moda un himno para las vísperas de San Juan Bautista (24 de junio).
La traducción es: “Para que tus siervos puedan exaltar a plenos pulmones las maravillas de tus milagros perdona la falta de labios impuros, San Juan”


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